Para
quienes vivimos en las ciudades, el conflicto armado puede parecer un asunto que
solo aparece en los noticieros. Alberto Salcedo Ramos nos muestra con gran
habilidad cómo se reconstruye una historia, en este caso, la nuestra.
*Un
lugar: El salado, un pueblo ubicado en el departamento de Bolívar, Colombia.
*Un
hecho: la masacre perpetuada por grupos
paramilitares a los habitantes del Salado.
*Unos
personajes: los sobrevivientes.
La
historia, para nuestro infortunio, tan real como la guerra que aún padecemos,
inicia el viernes 18 de febrero de 2000. Parece que Salcedo hubiese estado ese
día, párrafo a párrafo se describe la tragedia de “sesenta y seis
víctimas”, casi que entre líneas se
pueden escuchar los pensamientos de quienes presenciaron el horror de la
masacre.
De
este modo, el autor nos ilustra como un buen manejo de las fuentes nos permite
revivir las historias, contarlas para que no queden en el olvido y sobre todo,
para que no se repitan, y aunque no hace falta mencionarlo, los datos, las
entrevistas y los personajes son tan asertivos, como su voz en primera persona.
Adicionalmente,
la historia después de la historia, nos ilustra el trasfondo de su
investigación, su inmersión en el antes, el durante y el después del evento que
partió en dos la vida de un pueblo, tal y como diría Riszard Kapuscinski “Es
erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha
compartido al menos un poco de su vida”
Reflexión
sobre la lectura de Salado Ramos, Alberto (2011). La eterna parranda (Editorial
Aguilar)
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