miércoles, 17 de septiembre de 2014

El silencio de los inocentes

El silencio de los inocentes es una de las crónicas que uno nunca quisiera leer y no porque tenga una mala calidad narrativa, todo lo contrario, sino porque alcanza tan altos niveles de calidad periodística que se quisiera creer que se está leyendo un texto de ficción y no una noticia a profundidad.

Debo también destacar la reportería impecable; los personajes hablan y aparecen en los momentos más precisos de la historia, un lead que no solo llama la atención, sino que nos obliga a seguir leyendo todos los acontecimientos, la tensión o el suspenso con el que se lleva la historia son determinantes, una línea lleva a la otra con total ilación precisión y armonía.

Los diálogos son otro punto crucial en esta historia, así como todos los personajes que los entablan, otorgan credibilidad y nos permiten recrear cada escena en nuestra mente.

Y aunque las crónicas no están hechas para ser exaltadas, sino para informar, debo decir que el cierre es tan magistral como los párrafos anteriores, al mejor estilo de una novela literaria, una historia que no queda incompleta y un final que no llamaré feliz, pero sí justo.


Reflexión sobre la lectura de Novoa, José Luis y Escamilla, José Luis (2010). Años de fuego (Editorial Planeta).

domingo, 14 de septiembre de 2014

Las fuentes informativas son la base para obtener noticias en primer orden


El pueblo que sobrevivió a una masacre amenizada con gaitas

Para quienes vivimos en las ciudades, el conflicto armado puede parecer un asunto que solo aparece en los noticieros. Alberto Salcedo Ramos nos muestra con gran habilidad cómo se reconstruye una historia, en este caso, la nuestra.

*Un lugar: El salado, un pueblo ubicado en el departamento de Bolívar, Colombia.
*Un  hecho: la masacre perpetuada por grupos paramilitares a los habitantes del Salado.
*Unos personajes: los sobrevivientes.

La historia, para nuestro infortunio, tan real como la guerra que aún padecemos, inicia el viernes 18 de febrero de 2000. Parece que Salcedo hubiese estado ese día, párrafo a párrafo se describe la tragedia de “sesenta y seis víctimas”,  casi que entre líneas se pueden escuchar los pensamientos de quienes presenciaron el horror de la masacre.

De este modo, el autor nos ilustra como un buen manejo de las fuentes nos permite revivir las historias, contarlas para que no queden en el olvido y sobre todo, para que no se repitan, y aunque no hace falta mencionarlo, los datos, las entrevistas y los personajes son tan asertivos, como su voz en primera persona.

Adicionalmente, la historia después de la historia, nos ilustra el trasfondo de su investigación, su inmersión en el antes, el durante y el después del evento que partió en dos la vida de un pueblo, tal y como diría Riszard Kapuscinski “Es erróneo escribir sobre alguien con quien no se ha compartido al menos un poco de su vida”


Reflexión sobre la lectura de Salado Ramos, Alberto (2011). La eterna parranda (Editorial Aguilar)

Don Julio Mario



Basta con una biografía para darse cuenta de que son los dueños de los grandes poderes económicos quienes parcializan y manipulan la mayoría de la información a la que se tiene acceso en el mundo.

Los medios de comunicación colombianos, no son la excepción a la regla, por encima de la lucha a la libertad de expresión o al derecho constitucional de estar bien informado, se presentan personajes como Julio Mario Santo Domingo, queriendo controlar las  publicaciones de carácter político que se hacían en su periódico (El Espectador) y no obstante queriendo influenciar en sus lectores el candidato por el que debían votar en las elecciones de 1998.

Bien se expresa en el relato de Gerardo Reyes cuando  cita al ex director del periódico El Espectador, Rodrigo Pardo: "la independencia y la libertad no eran más que comodines retóricos para los discursos del día del periodista".

Es entonces la biografía de Don Julio Mario, una forma de educarse frente a la arbitrariedad y parcialización que pueden manejar los medios, no solo escritos, sino todos los que hoy se denominan "masivos", es una protesta a la tergiversación de la información y un evidente llamado a las conciencias.

Reflexión sobre la lectura de Reyes, Gerardo (2011). Don Julio Mario: biografía no autorizada. Bogotá (Grijalbo páginas 350 -371)