El
silencio de los inocentes es una de las crónicas que uno nunca quisiera leer y
no porque tenga una mala calidad narrativa, todo lo contrario, sino porque
alcanza tan altos niveles de calidad periodística que se quisiera creer que se está
leyendo un texto de ficción y no una noticia a profundidad.
Debo
también destacar la reportería impecable; los personajes hablan y aparecen en
los momentos más precisos de la historia, un lead que no solo llama la
atención, sino que nos obliga a seguir leyendo todos los acontecimientos, la
tensión o el suspenso con el que se lleva la historia son determinantes, una
línea lleva a la otra con total ilación precisión y armonía.
Los
diálogos son otro punto crucial en esta historia, así como todos los personajes
que los entablan, otorgan credibilidad y nos permiten recrear cada escena en
nuestra mente.
Y
aunque las crónicas no están hechas para ser exaltadas, sino para informar,
debo decir que el cierre es tan magistral como los párrafos anteriores, al
mejor estilo de una novela literaria, una historia que no queda incompleta y un
final que no llamaré feliz, pero sí justo.
Reflexión
sobre la lectura de Novoa, José Luis y Escamilla, José Luis (2010). Años de
fuego (Editorial Planeta).


